Muchas tiendas de barrio han sido el fruto de décadas de esfuerzo, sacrificios y trabajo diario. Sin embargo, cuando llega el momento del retiro o la jubilación del dueño, hay una pregunta que muchos prefieren no enfrentar: ¿quién se quedará al frente del negocio?
Lamentablemente, en muchísimos casos, la respuesta es “nadie”. Los hijos no quieren continuar. No se sienten motivados. Y la tienda, que era próspera y respetada, termina cerrando o vendiéndose a quien ofrezca lo justo. Esto no sólo implica una pérdida económica, sino también la desaparición de un legado familiar y comunitario.
¿Se puede evitar? Sí. Aquí algunas claves:
Habla del tema con tiempo
El error más común es dejar la conversación para el final. La sucesión no debe ser una sorpresa ni una imposición. Tiene que ser un diálogo abierto, gradual, desde años antes. Explica por qué el negocio importa, qué representa, y escucha lo que los hijos piensan.
Forma desde pequeños
Los niños que crecen viendo a sus padres atender una tienda, si participan desde jóvenes (aunque sea empacando, limpiando o cobrando), desarrollan un sentido de pertenencia. Involúcralos con tareas pequeñas, que se conviertan con el tiempo en experiencia y aprecio.
Haz atractiva la tienda
Si el negocio se percibe como esclavizante, sin mejoras ni visión, es natural que nadie quiera heredar esa carga. Modernízala, digitaliza, renueva la imagen, hazla rentable y con perspectivas. Una tienda bien administrada puede ser un proyecto de vida digno y atractivo.
Escucha sus ideas
Muchos hijos no quieren la tienda no porque la desprecien, sino porque sienten que no hay espacio para innovar. Si los escuchas, si dejas que propongan, modernicen o experimenten con nuevas formas de vender, estarán más motivados a quedarse.
Divide funciones, no sólo herencia
A veces los padres sólo piensan en “a quién le va a tocar la tienda”, pero no han enseñado nada de administración, trato con proveedores, manejo de inventario o atención al cliente. Es necesario formar en el trabajo antes de hablar de reparto de bienes.
Considera otras figuras
Si definitivamente ningún hijo quiere encargarse, hay otras formas de conservar el negocio familiar: buscar un administrador profesional, asociarse con un sobrino, crear una cooperativa familiar o incluso venderla con ciertas condiciones. Lo importante es no dejar que muera sin haberlo intentado.
En resumen: Una tienda no es sólo un negocio, es una historia. Una historia de lucha, de aprendizaje y de servicio a una comunidad. Que no desaparezca depende de lo que se siembre desde hoy. La sucesión no es un trámite: es un proyecto familiar que se construye con diálogo, visión y generosidad.